Dorian rompe el Wizink Center a base de indie pop

Dorian rompe el Wizink Center a base de indie pop

1 de diciembre de 2022 0 Por Rocío Torronteras Manzano

Hace casi veinte años que la banda catalana Dorian comenzó su andadura en el mundo de la música, cuando el indie se asociaba a salas pequeñas, letras profundas y público selecto.

Tras haber tocado en el Wizink Center, seguimos pensando en letras profundas, pero podemos tachar lo de salas pequeña.

El concierto comenzó con “Mundo perdido”, uno de los temas del disco “Ritual”, publicado por la banda este mismo año. A pesar de que el disco ha recibido críticas con opiniones encontradas, la banda consiguió realizar un perfecto “in crescendo”: mezcló música nueva con los himnos que les han convertido en la banda sonora de muchas vidas: la segunda canción es “La Isla” y la tercera, confeti incluido, la eterna “Los amigos que perdí”.

Así, la banda consigue crear un concierto perfecto lleno de novedades y nostalgia que transforma el inmenso espacio en una de esas salitas de Malasaña donde seguro que te enamoraste (o te rompieron el corazón).

Además, el grupo mantuvo intacto su particular carisma y los pequeños matices que dotaban de personalidad a todos los integrantes: los bailecitos de Belly, la presencia de Marc y la excelencia músical de Victor, Lisandro y Bart. El hecho que se hayan mantenido independientemente de poder pensar “joder, estamos en el Wizink” es algo digno de admirar.

El evento continuó con diferentes sorpresas: invitados como León Benavente o guiños a otros artistas como The Cure.

El concierto terminó con lo temazos (sí, temazos) que no podían faltar: “Verte amanecer”, “Paraísos artificiales” y el himno de muchos “A cualquier otra parte” antes de los bises. Y finalmente, el Wizink recogió “La tormenta de arena” antes de “Energía rara”, cerrando el concierto con dos de los mejores temas que tiene la banda y contraponiendo así dos etapas del grupo: la que siempre brillará y la que está por venir.

A continuación os dejamos la galería de nuestra fotógrafa Diana Nalbaru