El Padrino cumple 50 años: así se ve la remasterización

Hacemos un pequeño análisis de la obra maestra de Coppola, reestrenada en cines

El Padrino, estrenada el 25 de marzo de 1972, supuso toda una revolución en el mundo del cine. No solo por su indudable calidad artística y técnica, sino también porque llegó a ser la película más taquillera de la historia en su estreno. Se dice que la recaudación superó los 200 millones de dólares siendo su presupuesto inferior a los 10 millones. Y todo esto, en los 70.

Hoy en día, la considerada por muchos mejor película de la historia, sigue siendo recordada y evocada. Por tanto, Francis Ford Coppola, en colaboración con Paramount, ha restaurado el filme para goce de los espectadores, con un proceso que ha durado 3 años y donde se han revisado todos los aspectos de cinta. Los resultados son, como poco, impresionantes.

Una iluminación (aún más) tenebrista y un diseño de sonido alucinante

Si bien la obra original ya destacaba por tener una fotografía oscura, llena de sombras, muy contrastada, en la remasterización este aspecto es mucho más visible. Hay planos en los que apenas se distinguen los ojos de los personajes. Se ve que han querido respetar la visión del director de fotografía original, Gordon Willis, y su obsesión por el tenebrismo, algo que viene que ni pintado a la película. Nadie se imagina El Padrino con otro aspecto visual.

Por otra parte, el sonido, minusvalorado casi siempre, se tiene aquí como primordial. En un libreto en el que hay muchos silencios, los efectos de sonido ocupan el espacio dejado por los diálogos de manera que se te meten dentro y te persiguen. Como momento clave ejemplar de esto, el sonido del tren sobrevolando por el restaurante antes de que Michael dispare a Sollozo y al capitán McCluskey. Y qué decir de la música. La inolvidable composición creada por Nino Rota, una de las más recordadas y referenciadas, destaca por aparecer cuando tiene que hacerlo.

Todo esto, junto con los demás aspectos de la producción que han sido arreglados y pulidos, hacen que el espectador pueda disfrutar esta obra maestra como se merece. Además, el hecho de poder verla en salas es un plus que todo cinéfilo debería probar ya que supone una experiencia recomendadísima. Si no te valen estas palabras, al menos haz caso a Coppola.

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