«Sueños de libertad»: ¿Qué está pasando con Mafin?🧁| ComentRAW XIV
25 de agosto de 2024Mis queridas Mafins, bienvenidas a la decimocuarta edición de los ResuMafin
Semana muy, pero que muy intensa. Por fin pudimos ver uno de los momentos que, al menos yo personalmente, he estado deseando desde que empecé a ver la historia de Marta y Fina. Pero no extendamos más esta introducción y empecemos.
Capítulo 129: Después de una nueva discusión con Jesús, Marta le deja claro que no piensa prescindir de Claudia como empleada, y así se dirige a la tienda para hacérselo saber a la pobre chica que no para de llorar por la preocupación tan grande de quedarse sin trabajo cuando está por convertirse en madre soltera.
Fina y Claudia se encuentran en la trastienda abrazadas, la más alta trata de consolar a su amiga afirmándole que nadie la va a echar, así tenga que interceder por ella ante los De la Reina. En ese instante Marta llega con una actitud tranquila en busca de Claudia, pero Fina se piensa lo peor y se apresura a hablar.
Fina: No es justo que la despida, Claudia es solo una victima más de un niñato que perdió la cabeza porque las cosas no salieron como él quería, pero ella no tiene la culpa.
Claudia: Déjalo, Fina. Déjalo, que voy a asumir las consecuencias.
Marta: Bien, porque tendrás que jurarme que a partir de ahora tu comportamiento va a ser ejemplar, en todos los sentidos.
Hubo unos segundos de silencio donde las dependientas entendieron lo que realmente estaba pasando.
Claudia: ¿Quiere decir que no me va a despedir?
Marta: Que no sería justo. Pero, Claudia, vas a tener que esforzarte mucho para que no se hable más de ti. Ser prudente, te diría que casi invisible. No podemos permitirnos más chismorreos sobre ti porque sino no sé si voy a poder protegerte y mantenerte en la tienda.
Claudia: Claro que sí, doña Marta, de verdad que no va a tener queja ninguna mía. Voy a ser una dependienta de diez. De verdad, muchas gracias, doña Marta.
Entonces la chica corre a abrazar a su jefa que, al ser más alta, la cubre con sus brazos mientras puede mirar a los ojos a su chica, quien la mira desde unos metros de distancia, con una pequeña sonrisa de agradecimiento y orgullo.
Claudia compartiendo escena con sus mamis una vez más
Más adelante en el capítulo, vemos a Fina colgar el teléfono después de atender a un cliente que avisaba que no podría pasar a recoger su pedido esa tarde; Marta apoyada en uno de los mostradores de la tienda la mira con atención, sabiendo que a su chica le pasa algo por la cabeza que no la deja estar tranquila, así que decide acercarse a ella.
Marta: ¿Qué te preocupa?
Fina: Claudia.
Marta: Ya. Espero que la decisión de Mateo de irse sea suficiente para tranquilizar a mi hermano, y que deje de insistirme en que tengo que prescindir de Claudia.
Fina: ¿Y de mí? ¿Te ha dicho algo más?
Marta: No, no ha vuelto a nombrarte, y no creo que lo haga. Pero tengo que pedirte algo, y es que si volvéis a encontraros por favor, no entres al trapo. Te conozco, sé que es muy difícil…
Sin embargo, Marta no puede continuar acariciando el brazo de Fina porque suena la campana de la entrada y ven a Jaime acercarse al mostrador donde están ellas.
Jaime, sabiendo ya que Jesús conoce la verdad de Marta, decide no contarle el chantaje por el que está siendo sometido por el hermano mayor de su mejor amiga/esposa, pero le advierte que tenga cuidado en la cercanía con Fina cuando están a solas en lugares públicos, ya que alguien puede verlas. Marta le comenta que Fina ha tenido un mal día ya que tuvo una pequeña riña con Jesús, cosa que preocupa a Jaime. Pero Marta es inteligente y sabe que debe tener cuidado a la hora de defender a Fina con su hermano, aunque la rubia todavía desconoce de lo que es capaz Jesús para conseguir sus objetivos.
Marta: Al fin y al cabo, es mi hermano, que lo que más le importan son las apariencias, y en el improbable caso de que nos descubriese creo que ni siquiera se atrevería a abrir la boca.
Ay, Marta, vengo del futuro y ya te digo que anónimamente, ya abrió la boca
Capítulo 130: El martes es el día más tranquilo para nuestras chicas. La calma antes de la tormenta.
Marta está reunida con sus hermanos y padre en el despacho, el patriarca les está dando la noticia de que han sido seleccionados para la entrega de un prestigioso premio por Anhelos de Mujer, y para nuestra dicha –o desgracia– Damián ha decidido que sea Marta quien se presente en el evento a recoger el premio, ya que fue gracias a ella que el producto pudo ver la luz y ser todo un éxito. Pero, por supuesto, Jesús no está de acuerdo con la decisión, alegando que debería ser él quien represente a la empresa; Marta, que está acostumbrada a que su hermano mayor jamás le de crédito por su trabajo y queriendo llevar la fiesta en paz, afirma que puede ir él si quiere a buscar el premio
Andrés: Marta, tú te lo mereces.
Marta: No, yo lo que quiero es vivir tranquila.
Sin embargo, Damián ya lo tiene decidido y no hay marcha atrás. Será Marta la que tenga el honor de representar a la empresa.
Pero Jesús no piensa quedarse de brazos cruzados, y queriendo tener pruebas de la información que l ha dado Isabel acerca de Marta, contrata a un detective privado para que siga a su hermana y a Fina.
Jesús de la Reina, tan peligroso como infantil… ¡Es solo un premio!
Capítulo 131: Marta y Fina pasean por Madrid mientras se comen un helado. Con la complicidad que solo dos personas que se quieren con el alma pueden tener, Fina, orgullosa de su novia, le dice a Marta que nadie se merece recoger el premio por Anhelos de Mujer más que ella; la rubia, siendo humilde, dice que sabe que ha llegado lejos, pero que también es consciente que no ha partido de cero, ya que su clase social cuenta. Aunque Fina no está muy de acuerdo con eso, porque a pesar de ser de una familia adinerada, tiene un hermano que siempre le ha puesto mucho más difícil, y para ella, eso compensa.
Fina: Y que te lo mereces, de verdad, porque tu podrías haberte conformado con tu matrimonio y una vida tranquila, pero has luchado, y ahora mismo estás dirigiendo una empresa codo a codo con tus hermanos.
Marta: Y contigo al lado.
La morena hace un gesto para quitarle seriedad a las palabras de Marta, sin querer darse tanta importancia a sí misma. Entonces Marta detiene sus pasos tomándola del brazo.
Marta: Fina, yo quiero que me acompañes a recoger ese premio.
En la siguiente escena las podemos ver sentadas en un banco de la misma plaza donde caminaban antes, conversando acerca de la propuesta de Marta. Fina no está muy convencida, porque además de no tener vestido ni invitación, sabe que corren riesgo asistiendo juntas al evento. Todo lo contrario de Marta, a quien pocas veces la hemos visto tan decidida a hacer algo.
Marta: Eres la persona más importante de mi vida, ¿cómo no vas a venir? Y te juro como que me llamo Marta de la Reina que te voy a dedicar ese premio.
Fina: Ay, Marta, por favor no me digas estas cosas que me ilusiono.
Marta: Hablo en serio. Gracias a ti sé quien soy. Soy más feliz y me siento más segura y confiada que nunca, y además tengo la suerte de tenerte a mi lado.
Fina: Es lo más bonito que me han dicho en la vida
Marta: Si mañana cuando estes sentada entre el público y oigas eso de mi discurso de la fuente inagotable de inspiración, sabrás que estoy hablando de ti.
Fina: Ay, Marta, que te quiero. Te quiero con toda mi alma.
Las ganas de besarse se podían notar, entrelazaban sus dedos sin querer dejar de tocarse ni sentirse, pero a Marta le supo a poco, así que en un arrebato de una adolescente enamorada, se levantó y le pidió a Fina que la siguiera entre los árboles; Fina miró hacia todos lados con una sonrisa enorme en el rostro, y cuando se encontraron donde creían que nadie las veía, se besaron.
Lo que ninguna sospechaba es que sí había alguien observándolas con detalle, porque el detective contratado por Jesús les hacia fotos a escondidas.
Mis niñas, no tienen idea de la que se les viene encima
Al final del capítulo vemos como Jesús recibe las fotos de Marta y Fina. Isabel, quien se las entregó, le pregunta qué hará con ellas y el de la Reina le responde que quizás las publique, cosa que parece preocupar a Isabel, ya que esta no esperaba que Jesús pudiera considerar destruirle la vida a su hermana. Pero después el hombre llega a la conclusión de que publicarlas lo perjudicaría también a él y a la empresa, así que se retracta enseguida.
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Capítulo 132: Arrancamos fuerte con Damián recibiendo de manera anónima las fotos de Marta y Fina, el patriarca pareciera que está por sufrir un infarto de la impresión, pero lo siguiente que vemos es que manda a llamar a Marta a su despacho.
Agárrense fuerte, que ahora sí se nos viene la curva que tanto esperábamos
Marta entra al despacho y su padre le pide que cierre la puerta, cuando se sienta frente a él, enseguida escucha a Damián preguntarle “cuál es la naturaleza de tu relación con Fina”, la respuesta corporal de Marta es erguirse en la silla y tratar de disimular los nervios, contestando a su padre con un “ya sabe cuál es, es una empleada de la tienda, es la hija de Adela e Isidro”, pero Damián quiere confirmar la mentira que sabe que Marta le está diciendo y le pregunta si su relación es estrictamente profesional, y Marta con una sonrisa nerviosa se lo afirma.
Sin poder contenerse más, el patriarca empieza a lanzar en el escritorio frente a Marta las fotos de ella y Fina; la rubia se queda helada observando la evidencia de algo que no puede seguir negando.
Marta: ¿A contratado a alguien para que me siga?
Damián: No me desvíes el tema.
Marta: ¿Por qué me ha hecho esto?
Damián: Las acabo de recibir esta misma mañana de forma anónima. ¿Tienes algo que decir?
Marta: ¿Entonces quién querría hacerme esto? ¿Por qué?
Damián: Eso pregunto yo, Marta, ¿por qué? ¿Por qué lo has hecho? ¿Por qué nos haces esto a todos?
El padre de Marta se levanta dando un golpe en la mesa y caminando hacia el sillón del despacho, diciéndole a Marta que la desconoce y que es una farsante. Marta en ese instante empieza a llorar desconsoladamente antes de escuchar a Damián preguntarse “¿Qué hemos hecho mal?”
La frase que no pasa de moda a pesar de los años
Marta: Ni usted ni madre han hecho nada malo, ni yo tampoco, porque esto no se elige.
Te quiero, Marta de la Reina. Te quiero con todo mi corazón
Damián: Esto es una desgracia, Marta. Yo siempre he confiado en ti.
Marta: Y puede seguir haciéndolo.
Damián: Me has traicionado, has traicionado mi confianza.
Marta: Yo no he hecho daño a nadie, simplemente me he enamorado.
A la rubia se quiebra la voz al confesar sus sentimientos, y es respondida con más rechazo.
Damián: Cállate, cállate, no sigas porque se me revuelve el estómago. No me puedo creer que mi hija sea una…
Marta: Ahora soy yo la que le va a pedir que no siga hablando, no voy a permitir que encima me insulte.
Damián: ¿Te has parado a pensar que pasaría si esto sale a la luz?
Marta: ¿No cree que lo pienso yo todos los días?
En ese momento Damián empieza a caminar hacia Marta, haciéndola retroceder con miedo, con los puños apretados de los nervios, pero con la familiaridad de alguien que ya ha experimentado la violencia y sabe que en cualquier momento puede recibir una bofetada.
Damián: Entonces, ¿por qué lo haces?
Marta: ¿Cree que no he intentado negarme lo que yo siento, conformarme con mi matrimonio? ¿Cree que no me he odiado a mí misma? Pero nada de eso ha servido padre, porque yo soy así.
Dejé de respirar hasta que Damián se alejó de Marta para sentarse nuevamente en el escritorio, mientras le decía a Marta que ya no sería ella quien recogería el premio en nombre de la empresa, pero Marta no está de acuerdo porque es un reconocimiento al trabajo de todos y eso la implica a ella también.
Marta: No me puede impedir que lo recoja solo por ser…
Damián: ¿Por ser una vergüenza para la familia? Claro que puedo.
Marta: No creí que sus prejuicios pudiesen dominar la situación.
Damián: No se trata de prejuicios, sino de principios.
Marta: También pensaba que sus principios eran defender a la familia, pero veo que sus ideas retrogradas están por encima de mí.
Damián: ¡No te consiento que me hables así!
Marta: ¡Pues ahora mismo no puedo hablarle de otra manera!
El patriarca decide que es hora de acabar la conversación y le exige a Marta que se vaya. Marta trata de que su padre la mire a los ojos antes de marcharse, pero es inútil, así que se va del despacho con la cabeza gacha.
Después de que Damián le de la noticia a sus hijos que Marta no será quien represente a la empresa, con la mentira de que fue ella que renunció por estar muy ocupada con la tienda, Andrés se retira del despacho y Damián le hace saber a su primogénito que sabe perfectamente que quien envió las fotos de Marta anónimamente, fue él.
En la cocina de la casa grande, Andrés se encuentra con Marta, quien se está bebiendo una copa.
Andrés: Ya nos ha contado padre que renuncias a recoger el premio.
Marta: ¿Eso ha dicho?
Andrés: ¿No es cierto?
Marta: Qué mas da. El caso es que no lo voy a recoger yo.
Andrés sigue insistiendo para que Marta le cuente la verdad, pero la rubia no está dispuesta a hacerlo y le sigue dando largas, afirmando que realmente renunció a asistir al evento, aunque los dos saben que no es cierto. La escena se corta en ese momento.
Cuando vuelven, Marta sigue bebiendo de su copa, mientras su hermano le sigue haciendo preguntas.
Andrés: ¿Tiene que ver con Jesús? ¿Te lo ha pedido el directamente?
Marta: Jesús hará un gran papel recogiendo ese premio.
Andrés: Será padre quien lo recoja y no él.
Marta: ¿En serio?
Andrés: Marta, ¿qué está pasando?
Marta: Está pasando lo de siempre, que en esta casa no se puede respirar, Andrés.
Andrés: ¿Qué significa eso?
Marta: Que vivimos en una jaula de oro, que se supone que no nos falta de nada, porque tenemos servicio, chófer, un montón de coches, una casa increíble con un jardín precioso, pero nada de esto nos sale gratis.
Andrés: Marta, me estás asustando.
Marta: A cambio de una vida de lujos tenemos que rendir cuentas, disimular lo que sentimos, poner buena cara. Renunciar a nuestras libertades, a tomar decisiones, a ser quienes en realidad podríamos ser. ¿Sabes? Si pudiese me largaría de aquí para siempre, rompería con todo y empezaría de cero en otra parte, me iría lejos de este maldito lugar y de este extraño personaje en el que me he convertido para sobrevivir entre los de la Reina.
Andrés: Marta, puedes confiar en mi y contarme a qué viene todo esto.
Marta: A que esta familia es una gran farsa y yo ya no sé quién es quién. Y que no aguanto más.
¿Qué dicen, chicas, confiamos en Andrés o no? Yo no lo tengo muy claro todavía
Capítulo 133: Marta pasa por frente al despacho de su padre y lo mira observando las fotos de ella y Fina nuevamente, Marta le pide que por favor las deje de ver ya que fueron hechas a traición y con la única intención de hacerle daño, pero Damián insiste en preguntarle por qué lo ha hecho y en decirle que ya no sabe ni quién es, a lo que Marta responde de la manera más dulce “Soy Marta, la de siempre, solo que ahora soy feliz, ¿no lo ve?” y aunque su hija le hable desde el más profundo amor, Damián sigue rechazándola hasta echarla del despacho por segunda vez.
Luego podemos ver a Fina arreglándose para asistir con Marta a la entrega de premios, usando de nuevo ese vestido con el que iba a acompañar a Marta a la ópera. Y entonces llega Marta a la habitación, sorprendiendo a Fina, que esperaba verla en la parada del bus y no en la colonia. Marta se acerca a ella con cautela y, antes de contarle lo sucedido, la mira con todo el miedo y el amor del mundo en sus ojos.
Marta: Nos han descubierto, Fina.
Fina: ¿Qué quieres decir?
Marta: Mi padre. Alguien nos ha hecho unas fotos paseando comprometidas y se las ha enviado.
Fina: Ay, dios mío.
Marta: Así que todo se ha acabado. Ya está.
Fina: Marta, ¿cómo es posible? ¿nos han seguido?
Marta: Eso parece. Y no hace falta que te explique cómo ha reaccionado mi padre, al parecer una vergüenza, la mayor decepción de su vida y esto solo acaba de empezar. Todo ha terminado.
Fina: Marta, no, no, no. Nada ha terminado porque yo no te voy a dejar nunca, ¿me escuchas? Nunca te voy a dejar.
Marta: No lo entiendes, todo lo que temíamos, está pasando.
Fina: Pero tu padre terminará comprendiendo, mira al mío…
Marta: Mi padre no es como el tuyo, tiene mucho que perder si se corre la voz.
Fina: Pues por eso mismo, Marta, porque no le conviene. ¿Tú crees que sería capaz de denunciarnos?
Marta: No creo que llegue a tanto, aunque solo sea por proteger su reputación y su querida empresa.
Entonces empiezan a pensar en quién pudo haberles hecho las fotos. Fina afirma que su padre no pudo haber sido, que jamás las traicionaría, y Marta está de acuerdo con ella. Luego piensan en Isabel, pero no creen que tenga motivos para odiarlas de esa manera, y el siguiente nombre es el correcto, porque piensan que pudo haber sido Jesús por su enfado por no ser elegido para recibir el premio, adicional del acoso que le hizo a Fina en la tienda. Pero marta no puede enfrentarlo o sería quedar al descubierto en caso de que no sea él.
Fina: ¿Y si tanteas a Isabel?
Marta: Eso puedo hacerlo.
Fina: Marta, no vuelvas a decir nunca más que esto se ha terminado, porque es que yo te quiero más que a nada en este mundo y yo no me voy a rendir, ¿me escuchas? Yo no me rindo.
Marta y Fina se funden en un abrazo de esos que te llenan de valentía.
Y así llega Marta de nuevo a la casa grande, decidida a hablar nuevamente con su padre y preguntarle qué medidas piensa tomar en contra de ellas.
Damián: ¿Piensas que voy a denunciaros? No, hija, no. A pesar de todo eres mi hija y aunque nuestra relación cambie radicalmente a partir de ahora, no te deseo ningún mal.
Marta: ¿Lo dice de verdad?
Damián: Completamente. Eso sí, esa relación tiene que acabar.
Marta: No se preocupe que sabremos manejarlo, nadie va a sospechar nunca nada.
Damián: No me estás entendiendo, tienes que cortar con esa chica, tienes que hacerlo ya, si no yo me encargaré de que os separéis.
Marta: ¿Cómo?
Damián: Lo que estás oyendo, no creo que me resulte muy complicado.
Marta: El que no lo ha entendido es usted, estamos enamoradas, y es un amor limpio y honesto.
Damián: Es un amor que va contra la ley y un deseo contra natura.
Marta: Pues yo soy así, y he nacido así de madre y usted.
Damián: Esos no son los valores que tu madre y yo te hemos inculcado.
Marta: Yo no siento que este haciendo nada malo, así que nada ni nadie nos va a separar, lo siento.
Damián: Te estás equivocando, Marta.
Marta: ¿Quiere denunciarnos? Hágalo.
Y con todo el ímpetu que una reina puede tener, Marta se va del despacho, esta vez sin que nadie la eche y dejando la puerta abierta. La puerta abierta de esa jaula de oro donde ha vivido toda su vida y de donde nunca antes había podido salir por sí misma.
Marta de la Reina, la única que le hace honor a su apellido
Tengo que confesar que he estado esperando este momento desde que empecé a seguir la historia de las chicas. La evolución de Marta es la más preciosa que he visto de cualquier personaje. Pasar de querer abandonarlo todo solo porque Fina le contara de su relación a Carmen, a pararse firma ante su padre y decirle que ella nació así, que no ha sido su elección ser como es y que nada ni nadie la va a separar de Fina, es alucinante.
Marta no se achicó en ningún momento, y no porque no sintiera miedo, sino porque ha aprendido a aceptar su verdad, a aceptarse a sí misma, a su forma de ser y querer; y después de probar la felicidad más real de su vida, se niega rotundamente a abandonarse de nuevo. Porque esto no se trata solo de estar con Fina, se trata de no vivir una vida que no le pertenece y que la marchitaría por dentro poco a poco.
Fina, mi querida Fina, siempre tiene las palabras que Marta necesita escuchar y en el momento que las necesita escuchar. Sin presionarla y llena de una valentía que ha decidido compartir con Marta desde que se atrevieron a estar juntas. Y es que el arrojo que está mostrando Marta, lo ha aprendido de su chica, quien a punta de besos y mucho cariño ha hecho que el miedo que vive dentro de Marta se haga cada vez más chiquito.
Ahora es que se vienen los mayores retos para Marta y Fina, pero ahora son más fuertes porque tienen la convicción de que su lugar es al lado de la otra. Y a pesar del miedo o las amenazas que puedan acecharlas, ellas van a permanecer unidas hasta el final. Aunque permanecer unidas no significa que no las vayan a separar físicamente en contra de su voluntad por algún tiempo.
Y por último: Isidro, calienta que sales.