«Sueños de libertad»: ¿Qué está pasando con Mafin? 🧁| ComentRAW XVI
15 de septiembre de 2024Bienvenidas a la décimo sexta edición de los ResuMafin. Esta semana tuvimos que despedir a un personaje importante en la trama de las chicas, así que tenemos mucho que comentar
Después de un pequeño descanso volvemos a la carga con esta nueva entrega. Ha sido una semana importante para las Mafin, pero, sobre todo, para nuestra querida Marta, quien ha tenido que decirle adiós para siempre a su mejor amigo, cambiando su vida en muchos sentidos. Pero no esperemos más y empecemos a comentar los capítulos.
Capítulo 144: Después de que Jaime se desplomara en el suelo del dispensario perdiendo el conocimiento, el plan de irse a Barcelona va a tener que esperar para las chicas. Al saber que su mejor amigo no solo había quedado ciego, sino que su muerte llegaría pronto, Marta tiene que contarle a Fina lo que ha pasado, haciéndole saber que no podrán irse a Barcelona los tres como habían planeado días antes.
Marta está en la trastienda cuando Fina llega y la mira de inmediato, y solo con eso ya la morena sabía que algo no andaba bien. Marta empieza a contarle lo sucedido en el dispensario y su chica le pregunta por el estado actual de Jaime, a lo que la rubia responde que lo único que pueden esperar es a que Jaime se vaya, sin poder hacer nada más. Pero esto último no lo dice Marta con palabras, sino que sin ser capaz de decir en voz alta lo que le espera a Jaime, Fina lo entiende y termina por abrazarla; Marta se alarma enseguida, porque, después de todo, están en la tienda, pero Fina le deja claro que le da igual el lugar, la va a seguir abrazando porque sabe que es lo que ella necesita.
Fina: Nos iremos a Barcelona cuando podamos irnos, ahora lo más importante es que estés a su lado todo el tiempo que puedas, y yo estaré al tuyo para todo lo que necesites, ¿me oyes? Para todo.
Marta asiente con la cabeza mientras trata de frenar las lágrimas.
Fina: Marta, yo no te voy a dejar sola. Jamás lo haré.
La rubia logra sonreír viendo a su chica y Fina no puede evitar llevar las manos a su cara y con toda la dulzura del mundo expresar un “¡Ay, mi amor! Dime que puedo hacer para ayudarte, ¿qué puedo hacer?”
Marta: Por lo pronto, si quieres esta tarde al acabar el turno podríamos dar un paseo por el parque que hay al lado de mi casa.
Fina: Pues claro. Nada me apetece más. Voy a estar mirando el reloj todo el rato para ver si llega la hora.
La dependiente le roba otra sonrisa a Marta, quien, a pesar de tener tantos motivos para estar triste, siempre consigue impregnarse de la luz que emite Fina.
Fina busca retirarse para volver a la tienda, pero antes de eso, Marta le pide el favor de buscarle el perfume que usa Jaime, quien ha terminado el suyo y por obvias razones no ha podido comprar otro. Marta sabe que aquel gesto le sacará una sonrisa.
Antes de que Fina vaya en busca del frasco, vuelve a pararse frente a Marta para decirle algo importante.
Fina: Marta, yo te quiero muchísimo. Muchísimo. Y no sabes cómo siento todo lo que está pasando.
Marta: Yo también te quiero, y no sabes cuánto.
Fina lucha con las ganas de abrazarla de nuevo, pero sabiendo que no estaban en un lugar seguro, decide volver a la tienda.
Más tarde podemos ver una escena realmente conmovedora, cuando Marta ayuda a Jaime a asearse en la bañera, quien, con pocas fuerzas, incluso para respirar, simplemente se deja hacer por la que ha sido su compañera de vida. Ambos recuerdan un viaje que hicieron hace muchos años a Pompeya, donde Jaime cuenta una anécdota muy bonita, donde nos hace ver que Marta logra siempre sacar lo más bonito de cada situación, aunque él vea todo negro.
Confieso que me ha dado mucha pena ver a Jaime así
Marta entonces lo perfuma con su fragancia favorita y Jaime no puede evitar llorar diciéndole a su mejor amiga “Tú sí que sabes sacar una sonrisa”.
Luego, casi al final del capítulo, nos muestran a Marta subiendo las escaleras de camino a la habitación donde está Jaime, cuando se consigue con su padre y su tía Digna, quienes están vestidos muy elegantes. Marta no duda en elogiar a su tía, y entonces pide que le expliquen lo que estaba pasando; es Damián, su padre, quien le confiesa que ambos han iniciado una relación y, aunque Marta se sorprende de la noticia, se muestra contenta por ella. Sobre todo, por su tía, a la que abraza con sinceridad y mucho cariño, diciéndole que espera que su padre la haga feliz.
Damián: No te quepa la menor duda.
Marta: Amar y ser amado es un privilegio, espero que nadie se interponga.
La indirecta de Marta ha sido más grande que una catedral y Damián la ha pillado de inmediato.
Pegue, reina, pegue
Capítulo 145: Marta se encuentra con su padre a los pies de la escalera de la casa grande y lo primero que hace nuestra chica es decirle a su padre que a pesar de que el matrimonio con Digna le pareció un poco precipitado al inicio, su tía y su padre se conocen desde hace muchos años, así que ella no pensaba reprocharle nada. Desafortunadamente, Damián cree que es buen momento para hablarle de trabajo a su hija, la cual lo frena de inmediato haciéndole ver que no está para hablar de esos temas, ya que su marido se encuentra en una de las habitaciones de arriba, muriéndose.
Damián: Perdona mi torpeza, hija.
Marta no puede evitar romperse y empieza a llorar, y para sorpresa nuestra y seguramente para la propia Marta también, su padre le pregunta si la puedo abrazar; ella no muestra resistencia, así que don Damián termina por darle el abrazo más sincero y sentido que le hemos visto darle a su hija.
Y aun así, parece que la estuviera abrazando un robot
A la distancia Jesús los observa con recelo, hasta que se acerca acabando con el momento entre padre e hija y logrando que, después de responderle a su hermano cómo se encuentra Jaime, Marta se marche escaleras arriba.
Jaime accedió a tomar un poco de aire en la terraza con Marta y, cuando están ahí, la rubia le entrega un cofre, queriendo darle una sorpresa. Sabiendo que su mejor amigo ama el mar, y siendo imposible trasladarlo hasta ese lugar, Marta le ha pedido a uno de los transportistas que tenia que viajar a Alicante, que le trajera un poco de arena del mar. Jaime se emocionó al tomar en sus manos la blanca arena. Entonces el hombre recordó que, poco después de su matrimonio, Marta le regaló un cuaderno con una historia que ella misma había escrito para él, la rubia sonríe al desbloquear ese recuerdo antes de que Jaime le confesara que leía su cuento todas las noches mientras estaba en altamar, pero que lamentablemente, lo había perdido en uno de sus viajes.
Más adelante, Marta se encuentra en el despacho de la fábrica tratando de reescribir el cuento que hace muchos años le había regalado a Jaime, pero le está costando recordar con exactitud las palabras. En ese momento llega Fina con una sonrisa de oreja a oreja y luciendo un vestido casual que indicaba que ya había terminado su turno en la tienda; entra rápidamente y de la manera más rutinaria y bonita, se acerca a su chica para dejarle un beso en los labios antes de sentarse a su lado y explicarle porque había tardado más de lo normal. La rubia le cuenta a Fina lo que estaba haciendo y esta le dice que le parece un gesto precioso, y que, aunque las palabras no sean exactamente las mismas, seguro Jaime se alegrará de recibir ese cuento. Las palabras de Fina hacen que Marta se termine de quebrar y empiece a llorar, y a lo contrario que está acostumbrada a escuchar de los demás, Fina la anima a que llore y libere todo lo que lleva dentro.
Marta: Me está costando mucho mantenerme entera delante de él, viendo cómo se apaga poco a poco.
Fina: Ya lo sé. Pero por eso me tienes a mí, puedes descargar conmigo todo tu dolor.
Marta asiente sin decir una palabra, entonces Fina le explica que algo parecido le pasó a su padre cuando su madre murió. Eso hizo que Marta también recordara el ambiente en su familia cuando la suya también falleció hace muchos años, y el modo en que todos intentaban aparentar normalidad.
Marta: Maldita normalidad.
Fina: Bastante tenemos con fingir delante de todo el mundo que no nos importamos como para fingir en esto también. Así que llora a gusto, mi amor.
Marta le hace caso a su chica y se permite desahogar el llanto que la consume por dentro, mientras Fina acaricia su mano.
Fina: ¿Tú sabes que yo te quiero? Y que yo estoy aquí para ti, para lo bueno y para lo malo, ya te lo dije.
Marta: ¿Y sabes que sigues siendo lo más bonito de mi vida?
Capítulo 146: El más trágico de toda la semana y lo mantengo a pesar de lo que se nos viene en el siguiente. Marta y Fina no aparecen en este capítulo.
Capítulo 147: El cielo está despejado, es una tarde de verano, pero no lo suficientemente calurosa como para no disfrutar del calor del sol golpeando tu cara, ya que el viento que hace mover las hojas de los árboles crea un ambiente agradable y tranquilo. Eso es lo que nos hacen sentir los planos iniciales de la escena que viene a continuación.
Jaime y Marta se encuentran nuevamente en la terraza de la casa grande. La salud de Jaime está visiblemente deteriorada, le cuesta mucho respirar y no tiene suficiente energía como para moverse. Marta, a su lado, solo puede acompañarlo mientras escucha a su compañero decir en lo maravilloso que es sentir el calor del sol en la cara y saber que todo lo malo está a punto de terminar.
Marta: Lo malo comenzará cuando te marches.
Jaime: No digas eso.
Marta: A veces me arrepiento de no haber pasado más tiempo juntos, de no haberte acompañado a algún otro viaje.
Jaime: Te habrías aburrido.
Su mejor amigo le pide que no piense en lo que les quedó pendiente, sino en todo lo que vivieron juntos.
Marta: ¿Sabes qué es lo que me guardo como un tesoro?
Jaime: ¿El qué?
Marta: Esta última etapa en la que nos hemos reencontrado con sinceridad. Sin fingir, sin disimulos. Sin miedo.
Jaime: El amor de verdad.
Marta: Eso creo. Debí haberme sincerado antes contigo.
Jaime: Lo hiciste cuando pudiste, Marta.
Marta: Cuando pude hacer un agujerito en el muro para dejar entrar algo de luz.
Jaime: No dejes que nada ni nadie vuelva a levantar ese muro. Prométemelo.
Marta: Te lo prometo.
La rubia busca a su lado el cuaderno donde había estado reescribiendo el cuento para Jaime, y lo pone bajo sus manos. Jaime sabe enseguida que es el cuaderno de Marta, y entonces ella le pregunta si le gustaría que le leyera algo que ha escrito para él, justo antes de confesarle que había reescrito el cuento que el tanto deseaba volver a tener con él desde que lo había perdido.
La mano de Jaime descansa sobre la pierna de Marta, quien ha empezado a leer el cuento con la voz llena de afecto. Jaime permanecía con los ojos cerrados escuchando la voz de su mejor amiga, hasta que las fuerzas fueron abandonando su cuerpo y su mano de deslizó por la pierna de Marta, dejándose caer al vacío. Lo mismo hizo su cabeza, la cual se inclinó al frente, en una señal equivoca de que se había marchado de este mundo para siempre. Marta lo supo, pero se negó a mirarlo hasta terminar de leer el cuento.
No puedo verte ni tenerte. Pero saber que tú me amas hace que quiera seguir viviendo. Y así, bajo el manto estrellado del cielo, ella y él comenzaron un nuevo capítulo en su historia, sabiendo que, sin importar adónde les llevara el viento, siempre se tendrían el uno al otro
Marta cogió fuerzas antes de poder observar el cuerpo del que había sido su compañero de vida hasta ahora, y con toda la calma que le permitía el dolor que estaba sintiendo, recostó su cabeza sobre el hombro de su mejor amigo.
El plano final de la escena es sumamente precioso
Capítulo 148: Damián y Marta están entrando a la casa grande cuando la rubia bufa frustrada por algo, su padre le pregunta si le pasa algo y ella responde que ha dejado su bolso olvidado en el banco de la iglesia.
Sé que el momento es trágico, pero todas nos hemos reído cuando escuchamos a Marta decir que había olvidado su bolso, ¿no? Vale, volvamos al drama
Marta decide volver a su habitación, no sin antes escuchar que su padre le pregunte si sigue con la idea de irse a Barcelona, a lo que Marta le responde con otra pregunta “¿Qué le hace pensar que he podido cambiar de opinión?”, pero su padre decide hacer como si su relación con Fina no existiera y le dice que ya no tiene necesidad de llevar a su marido a un lugar más tranquilo.
Marta: O no ha entendido nada o no quiere entenderlo. Jaime no era el motivo para irnos de Toledo. Usted sabe cuál es el motivo. Su silencio es muy significativo. Quiere decir que no ha cambiado de opinión, que sigue dándole la espalda a Fina, que es lo que a mí más me importa.
Don Damián parece perder la paciencia solo con escuchar el nombre de Fina y empieza a decirle a su hija que se acerca irremediablemente hacia el abismo, pero por suerte, sus palabras ya no afectan a Marta.
Marta: Ya no me da miedo nada de lo que pueda decirme. Porque ya sé quién soy y sé a qué me expongo.
Damián: No tienes la más remota idea de lo que te espera.
Marta: Puede que tenga razón, pero prefiero arrepentirme de algo que he hecho que no seguir viviendo en una mentira.
Damián: Me parece estar escuchando a una cría y no a una mujer hecha y derecha.
Marta: ¿Cómo se supone que debe hablar una mujer hecha y derecha? ¿O debe no hablar, solo asentir y sonreír?
Damián se da cuenta que no va a hacer cambiar de opinión a su hija, así que termina por preguntarle cuándo piensa marcharse, a lo que Marta responde que cuanto antes. Máximo en un mes piensa partir a Barcelona con Fina, y ese tiempo a su padre le parece muy pronto, pero Marta le asegura que le asegura que, para ella, ese tiempo es una eternidad.
Lo siguiente que vemos es a Marta encontrándose con Begoña y Jesús frente al despacho de la casa grande y, aunque su cuñada trata de taparse el cuello rápidamente con un pañuelo, Marta logra ver los rastros de violencia dejados por su hermano en aquella pobre mujer. Sin embargo, Begoña decide preocuparse por ella, como al parecer lo ha venido haciendo desde la misa por el entierro de Jaime, cosa que Marta le agradece antes de que su cuñada le de un beso en la mano y le diga que está para ella cuando la necesite. Marta, mirando a su hermano y luego al cuello de Begoña, le dice que también puede contar con ella.
Al quedarse solos, Jesús le pregunta a Marta cuando piensa marcharse a Barcelona, la rubia le dice que dentro de poco y, como siempre, su hermano mayor hace un comentario desagradable.
Jesús: En unos días podrás marcharte y vivir tu extravagante idilio con esa otra.
Marta: Se llama Fina. La conoces bien y te puedes ahorrar cualquier comentario sobre ella.
Jesús: Me sorprende tanto que hablas abiertamente de ello. Porque si algo caracteriza a esta familia es que todo el mundo oculta sus debilidades bajo la alfombra.
Marta: En tu caso están mas bien ocultos bajo el pañuelo del cuello de tu mujer.
Marta le dice a su hermano que tiene suerte de que su madre ya no esté para no ver en lo que se ha convertido, pero Jesús le responde que lo mismo puede decir de ella. Sin embargo, las palabras no parecen lastimar a la rubia.
Después de un intercambio de palabras, Marta no está dispuesta a seguir escuchando las impertinencias de Jesús, así que le recuerda que acaba de enterrar a su marido y cuando está por retirarse, su hermano la detiene para contarle algo acerca de Jaime, tratando de hacerle daño.
Marta escucha a Jesús acusar a Jaime de tratar de matarlo y, aunque Marta no da crédito a sus palabras, Jesús le sigue asegurando que Jaime trató de envenenarlo, pero que al final, no le permitió tomar el whisky con arsénico que el mismo había preparado. Marta lo confronta diciendo que Jaime no seria capaz de algo así, y ahí es cuando Jesús le da la razón, acusando a su difunto cuñado de ser un cobarde y acotando que solo decía una verdad.
Pero Jesús no se espera la respuesta que Marta está por darle.
Marta: Lamento que no te dejara tomar esa copa. Ahí tienes otra verdad.
La cara de Jesús lo dice todo, esas palabras le han dolido más que la cachetada que le dio Marta hace días.
Cuánta razón tenía Jaime al decirle a Jesús que son muchas las personas que creen que el mundo sería un lugar mejor sin él
Más tarde, Marta se pasa por la tienda un momento, le agradece a las chicas por el ramo que le habían enviado en señal de apoyo por el fallecimiento de Jaime. Fina no le quita la mirada de encima desde que la vio entrar por la puerta, y se nota en su cara mirada que se muere por darle un abrazo, pero se tiene que limitar a preguntarle de la forma más formal, cómo se encuentra.
Fina: ¿Cómo te…? ¿Cómo se encuentra?
Marta: Muy triste, pero también agradecida por todas las muestras de cariño que estoy recibiendo de todas partes, incluida la vuestra.
Pero Marta no solo pasaba a ver a las chicas, sino que debía asegurarse de que Carmen pudiera organizar un evento que ella había olvidado por completo y que tendría que llevarse a cabo en dos días. Finalmente, Carmen asumió la responsabilidad entera queriendo quitarle un peso de encima a su jefa, la cual lo agradeció.
Casi al culminar el capitulo vemos a Marta en la cocina de la casa grande, se acercaba a por un vaso de agua cuando Fina entra por la puerta y la ve con todo el peso de su cuerpo sobre la mesa, llorando. La morena se queda unos segundos observándola desde atrás, hasta que se acerca y la abraza por la espalda. Marta supo enseguida de quien se trataba y solo se aferró a su abrazo antes de quebrarse por completo, dejando las lágrimas correr.
Fina: Ya sabía yo que tanta entereza no era normal.
Marta: Duele.
Fina: Ya lo sé. Ya lo sé.
Permanecieron abrazadas unos segundos más hasta que decidieron separarse. Marta le comentó que había estado quitando las cosas de Jaime de su armario, que no quería retrasarse más porque sabe que Jaime no se encuentra en esa ropa, sino en sus pensamiento y en sus recuerdos, para siempre.
Fina: Ay, mi amor. Ojalá pudiera ahorrarte todo este sufrimiento.
Marta: No puedes, mi amor. Pero que estés a mi lado lo hace más fácil. Y esa sonrisa tuya esta mañana en la tienda ha sido mi medicina para el resto del día.
Y se miraron unos segundos más a los ojos, antes de abrazarse de nuevo.
Jaime nunca fue mi personaje favorito ni mucho menos, pero tengo que admitir que, en mi opinión, ha sido muy necesario. Más allá de crear el conflicto entre Marta y Fina, la mejor función que cumplió Jaime fue la de conectar tramas. Así que, por hacer que la amistad de Luz y Marta sea posible, sí diré: gracias, Jaime.
Jesús Olmedo nos ha regalado actuaciones increíbles, y eso siempre es un gusto de ver. Sobre todo, las que compartió con Marta Belmonte y Alba Brunet.
Hemos llegado a la parte de la historia que quizás, algunas de nosotras hemos estado deseando desde que Jaime apareció aquel día cuando Marta le entregaba a Fina las llaves del pisito de Madrid. Pero han sido muchas las curvas y el final del camino nos ha hecho cambiar de deseos, o al menos a mí me ha pasado. Porque ahora sin Jaime creo que las cosas se pueden poner muy negras para Marta y, por consecuencia, también para Fina. Hasta ahora las aguas están relativamente en calma, ya que todo estaba enfocado en el adiós de Jaime, pero no tardarán mucho más en turbarse y que nuestras chicas vuelvan a correr un peligro inminente.
Sin embargo, ¿a quién le importan las curvas? Si cuando encuentran un par de minutos para mirarse a los ojos, los dramas se vuelven pequeñitos e insignificantes al lado del amor que se les desborda en la sonrisa que no pueden evitar al sentirse cerca de la otra. Eso es lo que me transmiten Marta y Fina en cada escena, un amor infinito.
La única queja que tengo es que, por favor, contraten a alguien más para hacer los avances de la serie o nos vamos a volver locas pensando en todas las escenas que han cortado y que no vamos a ver jamás.