‘Alcarràs’: una película hecha hogar

La película de la catalana Carla Simón se ha convertido en uno de los estrenos más vistos en su primera semana en taquilla. ‘Alcarràs’, ganadora del Oso de Oro en el Festival Internacional de cine de Berlín, nos habla con ternura y dolor de nuestra tierra y de los cambios.

El filme, que destaca por su protagonismo coral, nos cuenta la historia de la familia Solé. La sinopsis es la siguiente:

«Durante generaciones, la familia Solé, cultiva una gran extensión de melocotoneros en Alcarràs, una pequeña localidad rural de Cataluña. Pero este verano, después de ochenta años cultivando la misma tierra, puede que sea su última cosecha»

‘Alcarràs’, un álbum familiar

El eje de la historia es la familia. Además, el relato cobra vida y es contado por cada uno de sus personajes, que tienen tiempo y espacio para brillar en la pantalla. Por ello, en el filme encontramos numerosos planos corales que inspiran la calidez familiar. Así es como el montaje nos da la sensación de tener acceso a un álbum familiar. Los planos, que se entrelazan con imágenes evocadoras de la cosecha, nos transportan a comidas con sobremesa, noches de música y el calor de un hogar. Esta sensación de ser casi infiltrados en un núcleo familiar nos la produce el hecho de que la familia de ‘Alcarràs’ parece real. Esto en parte se debe a que los actores son gente de a pie.

La muerte del campo, la llegada del futuro

La muerte del negocio rural es una de las claves de la trama. La familia Solé tiene que abandonar las tierras a finales de la cosecha, ya que serán sustituidas por placas solares. En este caso, la película hace un fiel retrato de esta realidad. El campo muere mientras llegan las máquinas y aquellos que vivían de él se ven obligados a partir.

En definitiva, ‘Alcarrás’ es una película que da placer visual y con la que uno se descubre a sí mismo perdiéndose en sus planos naturales. Sin embargo, es un retrato que esconde tristeza y dolor, detrás de melocotoneros y el calor del hogar.